Uruguay podría considerarse un caso de éxito por generar alrededor del 98% de su electricidad a partir de energías renovables. Sin embargo, muchos de sus habitantes no están del todo convencidos con esta realidad. ¿Es un caso de transición energética justa?
Descarbonizar, descarbonizar, descarbonizar, es lo que se escucha en todas las cumbres por el clima y lo que demuestran las consecuencias del cambio climático. No obstante, si la transición de obtención de energía de lo fósil a lo renovable no es justa para la sociedad, ¿podría llamarse un modelo a seguir?
A partir del aumento de los precios del petróleo que sufrió Uruguay en 2008, incrementó considerablemente los impulsos para descarbonizar su matriz energética. En la última década, se instalaron aproximadamente 50 parques eólicos y se expandió la energía hidroeléctrica.
Además, desde el Gobierno informan que se crearon 50 000 nuevos empleos, lo que derriba uno de los mitos más reproducidos sobre la transición a las energías renovables: que no darían trabajo.
Las fuentes actuales de la en su momento denominada “Banda Oriental” cuenta con energía hidroeléctrica, eólica, térmica biomasa, solar y térmica fósil. Además, están planificando proyectos de hidrógeno verde y sus derivados que prometen generar una facturación de aproximadamente 2 000 millones de dólares para el 2040.
Según el Balance Energético Nacional (BEN) 2022 elaborado por la Dirección Nacional de Energía (DNE) del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), es el país mejor posicionado de la región y ocupa el puesto 14 del ranking a nivel mundial.
Uruguay descarbonizada, pero ¿accesible?
Los costos de la energía renovable son altos, lo que se traduce en el precio de las tarifas. Según datos de SEG Ingeniería, Uruguay es el país con la energía eléctrica más cara de la región: datos de 2021 arrojan que se cobran 242 dólares el megavatio/hora (MWh), mientras que en Chile cuesta 179 dólares y en Argentina 66.
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La gran desventaja es que las empresas privadas representan el 80% de la generación nacional de energía y estas compañías les cobran a los uruguayos precios muy elevados. Es el país de la región que más caro cobra la energía eléctrica a los clientes residenciales.