La inteligencia artificial (IA) está redefiniendo la infraestructura digital y el panorama energético a nivel mundial. Mientras la IA y el aprendizaje automático evolucionan, la capacidad computacional necesaria para estas tecnologías está impulsando la demanda de energía a niveles sin precedentes. Este crecimiento plantea preguntas críticas sobre el rol del gas, la sostenibilidad de esta nueva infraestructura digital a través de energías renovables y qué rol cumplirá Argentina teniendo una gran reserva de gas como lo es Vaca Muerta y a la vez una industria importante en cuanto al Sector de Software y Servicios Informáticos (SSI).
IA y el aumento del consumo energético
La Agencia Internacional de Energía (IEA) informa que los centros de datos y las redes de transmisión de datos representaron entre el 1 y el 1.3% del consumo eléctrico global en 2022. Aunque las mejoras en eficiencia y el uso de tecnologías más eficaces como la computación en la nube han ralentizado el crecimiento del consumo, la IA continúa ejerciendo una presión significativa sobre la infraestructura eléctrica global.
El consumo de energía de la IA se proyecta que alcance alrededor de 600 TWh para 2026, sumando la demanda de centros de datos convencionales, criptomonedas y centros específicos de IA. Esto se traduce en un crecimiento significativo comparado con el consumo actual, evidenciando la necesidad de una fuente de energía estable y confiable que pueda acompañar este aumento, como también repensar como esto modificará el consumo energético de los países donde se están instalando los datacenter y qué rol cumplirán los que exportan energía.
La transición a energías renovables: ¿son suficientes para abastecer la demanda de IA?
Las energías renovables como la solar y la eólica están en el centro de la discusión sobre la descarbonización de la infraestructura digital. A medida que el mundo avanza hacia la transición energética, la IA y otras aplicaciones digitales han intensificado la necesidad de fuentes de energía sostenibles. Sin embargo, según la IEA, hay desafíos críticos que complican la capacidad de estas fuentes para satisfacer la demanda constante y predecible de los centros de datos y redes de transmisión de IA.
Un factor importante es la variabilidad de las fuentes renovables. La energía solar depende de la irradiación solar y la eólica de la intensidad y frecuencia del viento, lo que genera brechas en la oferta que no siempre coinciden con la demanda de energía de los centros de datos. Aunque muchas empresas tecnológicas intentan igualar su demanda anual de energía con compras de energía renovable o certificados, esto no garantiza un abastecimiento exclusivamente renovable.
De hecho, la electricidad proveniente de proyectos renovables puede estar ubicada en redes distintas a las que utilizan los centros de datos, lo que no asegura una compensación real de emisiones en el lugar de consumo (IEA). La IEA señala que los certificados de energía renovable tampoco son una solución óptima, ya que no necesariamente conducen a un incremento real en la producción de energías limpias. Esto plantea dudas sobre la mitigación efectiva de emisiones y si realmente se está avanzando hacia un sistema energético libre de carbono.
Ahora bien, si nos ponemos tecnofóbicos todo puede ser color negro. Vayamos mas a lo gris: La relación entre IA y energía no es unidireccional. Además de consumir energía, la IA tiene el potencial de mejorar la eficiencia energética y ayudar a integrar más fácilmente las renovables en la red eléctrica. Los sistemas de IA pueden predecir la oferta y demanda de energía con precisión, gestionar la capacidad de almacenamiento y optimizar la operación de redes inteligentes.
Por ejemplo, el uso de algoritmos de aprendizaje automático para combinar datos meteorológicos con información de generación de energía permite predecir la disponibilidad de energía solar o eólica, ayudando a los operadores de centros de datos a ajustar su consumo en función de la oferta disponible. Esta capacidad para gestionar mejor la variabilidad de las renovables puede contribuir a una mayor estabilidad y eficiencia en la operación de los sistemas energéticos.
El papel de Argentina en la transición digital y energética
Argentina tiene la oportunidad de posicionarse estratégicamente en esta transición hacia una infraestructura digital y energética más sostenible. Por un lado, el país cuenta con importantes reservas de gas natural, lo que podría proporcionar una fuente de energía estable que complemente el desarrollo de las renovables. Esto ayudaría a estabilizar la red en aquellos lugares que cuentan con la instalación de los data center y reducir la intermitencia de la generación renovable, mientras se avanza hacia una transición más limpia.
Por otro lado, la industria local de software y el talento tecnológico posicionan al país como un centro potencial para la instalación de centros de datos y desarrollo de IA. La combinación de una industria tecnológica fuerte con una matriz energética diversificada podría generar beneficios económicos y ambientales, además de contribuir a una transición energética más justa.
Esto implica hacerse varias preguntas y pensar a la Argentina en el centro de la tecnologización de la vida. ¿Dónde estará Argentina en el debate global? Podemos ofrecer energía barata al mundo mientras los modelos de IA se hacen afuera o bien, tratar de sumar valor agregado, industrializarse y generar empresas que puedan competir en esa nueva categoría que es la IA, repensando el capitalismo tecnológico nacional. El desarrollo de infraestructura energética, la inversión en tecnologías de almacenamiento, y la creación de un marco regulatorio favorable son pasos esenciales para aprovechar estas oportunidades y fomentar el crecimiento de un ecosistema digital sostenible.
Un reciente trabajo de Fundar sobre propuestas de futuro para el sector de software en Argentina, hace especial énfasis a que “existe una oportunidad para que el sector privado, con acompañamiento del sector público, inicie una agenda de construcción de nuevas reglas para crear un nuevo mercado de valores”. Como bien mencionan los autores, es necesario un cambio de paradigma en cuanto a las nuevas políticas que se necesitan, especialmente si se quiere potenciar este tipo de inserción en el mercado de la Inteligencia Artificial y los data center.
Argentina se encuentra en una posición privilegiada para desempeñar un papel relevante en esta transición, combinando su potencial energético con su capacidad tecnológica. Sin embargo debe poder programar el mundo que queremos. Para esto, se necesitará un enfoque estratégico y una colaboración efectiva entre el sector público y privado para capitalizar estas oportunidades y avanzar hacia una transición energética y digital sostenible.
*Este artículo fue escrito por Sofía Croxatto