La grave sequía que azota a Argentina y Brasil ha provocado una histórica bajante del río Paraná, lo que obliga a los barcos a reducir significativamente su carga. Esta situación está generando un fuerte impacto en la economía argentina, especialmente en el sector agropecuario, y plantea serias preocupaciones sobre el futuro del principal corredor fluvial del país.
El río Paraná, que transporta casi el 80% de los granos y oleaginosas de Argentina para exportación, se encuentra en su segundo nivel más bajo para esta época del año desde 1970, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Los barcos que transportan granos y oleaginosas desde los puertos fluviales argentinos, como los de Rosario, están navegando con un 15% menos de su capacidad habitual. Esta reducción en la carga no solo impacta en la rentabilidad de los productores y exportadores, sino que también aumenta los costos de transporte y disminuye la eficiencia logística.
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El cambio climático, ¿el principal culpable?
La principal causa de esta crisis hídrica es la sequía prolongada, vinculada al cambio climático. Los eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes e intensos, están afectando los patrones de precipitación y provocando una disminución en los caudales de los ríos.
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Argentina es el mayor exportador mundial de aceite y harina de soja procesada. La capacidad de que grandes barcos marítimos suban el río hasta Rosario le otorga al país una ventaja competitiva importante.
Sin embargo, la situación no parece mejorar. “Los pronósticos para los próximos meses son preocupantes a medida que nos acercamos a la temporada alta de transporte de trigo. La persistencia de estos niveles de agua podría comenzar a generar pérdidas significativas para la agroindustria”, advirtió el informe de la Bolsa de Comercio.