En el corazón de Boedo, en la Ciudad de Buenos Aires, un hombre llamado Raúl Yurquina ha construido un refugio llamado Lucero que se ha convertido en el hogar de 42 perros rescatados de las calles. Con una dedicación inquebrantable, este recuperador urbano ha dedicado los últimos 25 años de su vida a cuidar de estos animales, muchos de ellos ancianos, enfermos o con discapacidades.
Una historia de resiliencia
La historia de Raúl es un ejemplo de cómo la solidaridad y el amor por los animales pueden transformar vidas. A pesar de enfrentar dificultades económicas tras quedarse sin trabajo hace una década, Raúl ha logrado mantener a flote el refugio gracias a la recuperación de residuos. Con el dinero recaudado, compra alimento, medicamentos y materiales para construir refugios para los perros.
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El refugio de Raúl se sostiene gracias a las donaciones de alimentos, mantas, abrigos y leña. Además de brindar cuidados básicos, Raúl también realiza campañas de castración y concientización sobre la importancia de adoptar animales en lugar de comprarlos. Su objetivo es encontrar un hogar amoroso para cada uno de los perros que viven en el refugio.