✍️Lucía Lopreiato, directora de EcoNews, enviada especial a Sevilla.
Mientras incendios forestales avanzan sobre Canadá, el sur de Asia se inunda y los glaciares se derriten más rápido de lo proyectado, líderes de todo el mundo se reúnen en Sevilla con un objetivo urgente: buscar cómo financiar el futuro que prometieron hace casi una década. La Cuarta Conferencia de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4) llega en un momento clave para el planeta: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) —la hoja de ruta internacional para erradicar la pobreza y proteger el ambiente— están en peligro real de no cumplirse.
Desde que se firmó la Agenda 2030 en 2015, los avances en metas como acceso a energía limpia, ciudades sostenibles, protección de ecosistemas o reducción de emisiones han sido lentos, desiguales y, en muchos casos, revertidos por crisis superpuestas: pandemia, guerras, inflación y catástrofes climáticas.
Más de la mitad de los países no cuenta con los recursos financieros para implementar sus planes nacionales de adaptación al cambio climático. El financiamiento climático prometido (100.000 millones USD anuales) se incumplió durante casi una década y sólo un 2% de la inversión climática global se dirige a los países menos responsables del problema.
“Estamos a mitad de camino hacia 2030, pero muy lejos de lograr los objetivos”, advirtió António Guterres, secretario general de la ONU.

Una de las grandes preguntas que atraviesa la FFD4 es quién pone la plata, cómo, a qué costo y para qué fines. La respuesta, hasta ahora, no ha sido suficiente para un planeta que arde.
Los países del Sur Global —que no tienen margen fiscal ni acceso barato al crédito— reclaman financiamiento accesible para adaptación climática, alivio o cancelación de deuda externa ligada a condiciones sostenibles y un sistema financiero internacional más justo, donde no se premie al contaminador y se castigue al vulnerable
Sevilla se convierte, así, en el escenario donde podría iniciarse una reforma profunda de la arquitectura financiera internacional. Los puntos clave son: fortalecer la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), con más foco en ambiente y resiliencia; movilizar capital privado pero bajo criterios de sostenibilidad y justicia climática; reformar el FMI y el Banco Mundial para que respondan a los desafíos actuales, no a los del siglo pasado e implementar sistemas tributarios globales que frenen la evasión y financien la transición ecológica.
En Sevilla, no se discuten únicamente tecnicismos económicos. Se juega la posibilidad de que la Agenda 2030 no se transforme en papel mojado. Para eso, se necesita más que voluntad política: se necesita acción, recursos y una mirada que ponga al ambiente y a los derechos humanos en el centro de la economía.