En su libro Natural History of Silence, Jérôme Sueur, investigador en ecoacústica, nos invita a escuchar el silencio y reflexionar sobre el impacto del ruido humano en el mundo animal. La tecnología moderna, desde barcos hasta aviones, ha llevado su zumbido constante incluso a los rincones más remotos del planeta, alterando los ecosistemas.
Sueur describe vívidamente las vidas sonoras de diversas especies, como los cantos de apareamiento de las cigarras o los sonidos crepitantes de los arrecifes de coral. Argumenta que el ruido humano interfiere con esta sinfonía natural, como lo demuestran experimentos en la isla de Moorea, donde el ruido de los motores altera a los corales juveniles, que dependen de los sonidos del arrecife para encontrar un lugar adecuado para asentarse.
Para quienes no están familiarizados con la ciencia del sonido, el libro ofrece una introducción accesible. Sueur explica cómo los animales crean, utilizan y perciben el sonido, y cómo los investigadores han empleado este conocimiento para comprender el comportamiento de la vida silvestre. Entre capítulos con estilo de diario de viaje y reflexiones filosóficas, se presenta una historia evolutiva abreviada sobre cómo los animales desarrollaron la capacidad de enviar y recibir vibraciones.
El autor sostiene que el silencio es un recurso crucial, como el agua o la comida, por el que compiten las especies para sobrevivir. “Hacer sonido es una parte esencial de estar vivo”, escribe Sueur, pero advierte que los humanos deben asegurarse de “no estar más vivos que otros”.
Sueur ofrece consejos prácticos para lograrlo, inspirados en naturalistas como John Muir y poetas como Walt Whitman. Anima a los lectores a buscar la soledad en lugares remotos para apreciar el valor de reducir el ruido, sugiriendo que el silencio permite una meditación naturalista centrada en el mundo exterior.
El tema central del libro gira en torno al concepto de Umwelt, término del biólogo alemán Jakob von Uexküll que se refiere al mundo sensorial único de cada especie. Sueur sugiere que el ruido constante interrumpe la percepción del mundo de muchas especies y obstaculiza la capacidad de las personas para sentir empatía por los demás.
La reserva forestal de Risoux, en las montañas del Jura, entre Francia y Suiza, es un ejemplo clave. Allí, especies como el urogallo y el búho pigmeo viven bajo el asalto constante del ruido de los aviones, una contaminación acústica que pasa desapercibida para muchos.
Sueur destaca que el ruido no solo afecta a los animales, sino también a los humanos, alejándonos de los ritmos naturales del ecosistema y limitando nuestro sentido de conexión con el mundo natural.
En última instancia, Sueur nos desafía a reconsiderar nuestra relación con el sonido y el silencio, promoviendo una mayor conciencia sobre cómo nuestras acciones impactan la vida silvestre y nuestro entorno compartido.