Donald Trump asumió por segunda vez como presidente de Estados Unidos y lo hizo fiel a su estilo y a su sostenido negacionismo del cambio climático. Es que el flamante mandatario volvió a anunciar la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París. En su primer Gobierno, el republicano tardó años en la retirada por compromisos mínimos que exigía el consenso internacional. En esta oportunidad, se especula que la salida será mucho más rápida. ¿Dónde está el movimiento ambientalista?
Por segunda vez consecutiva, Trump abandona el Acuerdo de París
El anuncio de la retirada de Estados Unidos del pacto global se conoció esta mañana, durante las primeras horas de Trump como presidente. De esta manera, el país del norte se unirá a Irán, Libia y Yemen como los únicos países del mundo fuera del acuerdo que fija como meta limitar el calentamiento global a 1.5 grados sobre los niveles preindustriales.
La noticia no es una sorpresa: la postura negacionista del líder es conocida en el mundo ambientalista. Este anuncio se alinea al apoyo del republicano a la producción de combustibles fósiles. De hecho, se espera que declare la emergencia energética para impulsar el petróleo y el gas y revoquela nueva prohibición de perforar en alta mar. La decisión llega en consonancia con el posicionamiento de Estados Unidos como el mayor productor mundial de petróleo y gas.
El analista de materias primas petrolíferas Bob Ryan declaró al respecto en Politico: “Trump puede hacer que el entorno normativo sea más complaciente con los productores de petróleo, pero el mercado les hará saber cuándo es necesaria una mayor producción”.
El movimiento ambientalista se rearma
Frente a la profundización del encono de Trump con la agenda climática, dónde y cómo se posicionar los activistas climáticos.
Según repasa Dharna Noor en el diario The Guardian, la creciente represión y el cansancio generalizado han llevado a los activistas ambientales a una búsqueda de tácticas más específicas. Esta transición ha sido acompañada por una mayor visibilidad de las luchas locales por la justicia ambiental, como las lideradas por organizaciones como Rise Saint James.
Las protestas climáticas desempeñaron un papel crucial en la popularización del New Deal Verde, una propuesta radical que buscaba transformar la economía estadounidense. Las sentadas del Movimiento Sunrise en el Capitolio, con el apoyo de congresistas progresistas, fueron un hito en esta lucha. Sin embargo, a pesar de los avances logrados bajo la administración Biden, el movimiento enfrenta desafíos significativos.
La persistencia de políticas que favorecen los combustibles fósiles y la dificultad de mantener el impulso de las movilizaciones masivas son obstáculos que deben superarse de cara al segundo gobierno de Trump. La disminución de las grandes movilizaciones ha obligado a los activistas a diversificar sus tácticas. Mientras Climate Defiance ha optado por acciones directas más disruptivas, otros grupos se están enfocando en litigios y políticas locales.
Sin embargo, esta nueva era del activismo climático está marcada por una creciente represión. Las demandas legales contra organizaciones como Greenpeace y las medidas represivas impulsadas por algunos estados están limitando la capacidad de los activistas para ejercer su derecho a protestar.
En el mientras tanto, la lucha climática enciende sus alarmas y se reorganiza para marcarle la cancha a la gestión Trump. Algunos grupos ya se movilizaron en el mundo digital: el viernes, organizaciones como Greenpeace, Ecologistas en Acción y Amigas de la Tierra abandonaron X denunciando que la plataforma (perteneciente al empresario y amigo de Trump, Elon Musk) pone en riesgo a la democracia.
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