En los últimos años, han proliferado diversos estudios, investigaciones, emprendimientos, trabajos y hasta documentales en torno a los hongos, en parte por el hallazgo de sus múltiples propiedades y descubrimientos sorprendentes. Además, científicos de la Universidad de Stirling en Escocia descubrieron que cultivar hongos comestibles junto a árboles no solo podría convertirse en una gran fuente de alimento, sino también ayudar a mitigar los impactos del cambio climático al capturar carbono.
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Conscientes de los beneficios y propiedades de la naturaleza, los argentinos Horacio Acerbo y Martín Blasco crearon Mycofood, una biomasa creada en un biorreactor que puede ser utilizada para producir distintos tipos de alimentos, símil a la carne y lácteos.
Para esto, están utilizando el fusarium venenatum: una variedad de hongo apto para consumo que produce un alto valor de proteína, fibra, aminoácidos esenciales y lípidos saludables con la que están creando productos alimenticios de forma sostenible ya que no necesitan utilizar recursos tales como la tierra.
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Además de tener como objetivo llegar a la NASA, acompañando a los astronautas en sus misiones espaciales debido a su versatilidad y alto valor nutricional, los fundadores tienen otra misión aún más relevante: llegar a los niños con déficit alimentario en Argentina y así luchar contra la desnutrición infantil.
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