En la actualidad, la tierra padece las secuelas de armas y bombas químicas derivadas de las guerras en la Franja de Gaza y en Ucrania, cuyo impacto en el ambiente resulta difícil de mitigar. Pero el planeta aún sigue pagando por todos los conflictos bélicos aún después de años.
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El uso de armas químicas y biológicas en las guerras contamina no solo el aire, sino también el suelo y el agua. Estos agentes tóxicos pueden persistir durante décadas, afectando a generaciones futuras y causando problemas de salud crónicos.
Ejemplo de ello fue la guerra de Vietnam, cuyas consecuencias perduran en aguas y suelos de la zona 60 años después; o los efectos provocados por los reiterados ataques químicos lanzados sobre la población civil en Palestina y Siria.
Los conflictos armados son sumamente dañinos y contaminantes, pero aún así, es difícil medir sus consecuencias en parte por dos factores: el acceso limitado para recopilar información en medio de los combates y la alta huella de carbono de los ejércitos, que queda completamente por fuera de todos los mecanismos internacionales para contabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero.
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El impacto ambiental de la guerra: ¿qué pasa con la tierra?
Estas son algunas de las consecuencias desencadenadas a partir de los conflictos territoriales:
- Destrucción de hábitats: los bombardeos, las explosiones y los incendios forestales provocados por la guerra destruyen hábitats naturales, desplazando y, en muchos casos, extinguiendo especies de flora y fauna.
- Contaminación del suelo y agua: el uso de armas químicas, explosivos y municiones convencionales contamina el suelo y el agua con sustancias tóxicas, como metales pesados y productos químicos peligrosos, que persisten en el medio ambiente durante décadas.
- Degradación de la calidad del aire: los incendios, las explosiones y la quema de combustibles fósiles liberan grandes cantidades de gases de efecto invernadero y partículas contaminantes a la atmósfera, agravando problemas como el cambio climático y la contaminación atmosférica.
- Agotamiento de recursos naturales: la guerra a menudo implica una explotación intensiva de recursos naturales, como petróleo, minerales y madera, lo que puede llevar a la deforestación, la desertificación y la escasez de recursos.
- Producción de residuos: la gran cantidad de armamento utilizado en los conflictos genera una enorme cantidad de residuos peligrosos que deben ser gestionados de manera adecuada, lo que a menudo no ocurre en zonas de guerra.
- Liberación de agentes químicos y biológicos: en algunos casos, el uso de armas químicas y biológicas puede tener consecuencias ambientales devastadoras a largo plazo, contaminando el suelo, el agua y el aire durante décadas.