Más de la mitad de los hombres y mujeres han usado alguna vez un juguete sexual, según un estudio hecho en España, en 2020. Pero, como todo consumo masivo en demanda, esta tendencia tiene un fuerte impacto en la realidad. En el caso de los juguetes sexuales, el mayor problema radica en los materiales de los que están hechos: plásticos y siliconas.
Se espera que el mercado mundial de juguetes sexuales se dispare aún más en los próximos años. Pero, ¿Dónde terminan estos productos? ¿Se reciclan los artefactos sexuales? La preocupación por el impacto ambiental crece, tanto en fabricantes como consumidores, en una industria que parece haber llegado para quedarse.
Demanda en aumento: los juguetes sexuales cada vez más aceptados
Cientos de temas que hace años eran tabú, hoy son una normalidad. Uno de ellos es la libertad sexual, en la que los juguetes cobran cada vez más protagonismo.
Un estudio realizado por la investigadora Rosa Fernández durante 2020, consultó a 1000 hombres y mujeres de entre 14 y 54 años si alguna vez habían usado algún juguete sexual. Según los resultados, el 65% de las mujeres respondió que sí. En el caso de los hombres, el 50% había experimentado alguna vez con estos artefactos.
Y este fenómeno no es propio de España ni mucho menos. Un análisis publicado en el Statista Research Department estimó que el mercado mundial de juguetes sexuales crecerá alrededor de un 9% entre 2019 y 2026, pasando de aproximadamente 28.640 millones de dólares estadounidenses a unos 52.700 millones de dólares en solo 7 años.
Impacto ambiental: ¿Juguetes sexuales eco-friendly?
Frente a una demanda que no deja de crecer, el problema se vuelve mayor cuando se piensa en los materiales predominantes de los juguetes sexuales: principalmente plásticos y silicona, aunque también acero inoxidable, aluminio o vidrio. Todos estos materiales evitan la absorción de gérmenes y son más fáciles de mantener limpios. Sin embargo, revisten un gran impacto ambiental.
Según los datos del PNUMA, la humanidad produce más de 430 millones de toneladas de plásticos al año, de los cuales dos tercios son productos de vida corta que terminan principalmente en los océanos. En este contexto, la producción y consumo masivo de juguetes sexuales que no se reciclan, alimenta una problemática cada vez más compleja de resolver.
No solo eso, los juguetes sexuales también podrían ser un riesgo para la salud. El estudio ‘Microplastics and Nanoplastics‘ encontró que “los juguetes sexuales pueden descomponerse en microplásticos y los materiales contienen ftalatos que se han asociado con problemas de salud“.
La investigación dirigida por expertos de las universidades Duke y Appalachian de EEUU, examinó los riesgos asociados con cuatro tipos de juguetes sexuales populares: juguetes anales, bolas, vibradores duales y vibradores externos. En orden de mayor a menor liberación de micro y nanoplásticos, los resultados encontraron que el juguete anal liberó la mayor cantidad de partículas tóxicas.
Ante esto, muchos fabricantes ya han comenzado a innovar en término socioambientales. Un ejemplo fue el furor del vibrador Gaia, un juguete sexual compostable, que se degrada en un lapso de 50 a 90 días porque está hecho con biofeel, un material a base de plantas, que no contiene petróleo. Aún así, juguetes como estos aún contienen pilas, un elemento complejo de reciclar.
¿Conocías estos efectos de los juguetes sexuales en el ambiente y la salud?