El litio se ha convertido en el mineral más codiciado por las grandes potencias del mundo y Argentina cuenta con grandes cantidades de él. Pero no todo lo que brilla es oro. ¿Cuál es el impacto ambiental y social de los grandes proyectos mineros que van ganando lugar en el norte de nuestro país?
Una investigación de FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales) exploró la problemática y se centró en dos proyectos en el salar de Olaroz-Caucharí en Jujuy. Esta zona es el hogar de 10 comunidades indígenas atacamas. Las comunidades Huancas, Pastos Chicos y Olaroz Chico colaboraron en el estudio.
¿Cómo cambió la vida de los pueblos indígenas por el litio?
Los pueblos indígenas han vivido cerca de los salares desde tiempos ancestrales. En el caso del salar Olaroz, los habitantes poseen títulos de la tierra donde se encuentran los proyectos. Antes de la llegada de la minería de litio, solían dedicarse a la cría de ganado —ovejas, llamas y cabras—, las artesanías, los textiles y la agricultura en menor escala.
La llegada de la minería de litio cambió la vida de las comunidades indígenas. Los proyectos mineros ofrecieron oportunidades laborales diferentes a las que los habitantes estaban acostumbrados, pero también trajeron nuevos desafíos a enfrentar, como los impactos ambientales y el acceso a la información sobre las actividades de las empresas.
La región Olaroz-Caucharí es una cuenca hídrica cerrada ubicada a 4300 metros por sobre el nivel del mar. Está ubicado en el departamento Susques, en la provincia de Jujuy, norte de Argentina. Se lo considera un ecosistema frágil por la escasez de agua que se registra durante todo el año.
Falta de transparencia
El estudio muestra que las comunidades locales no fueron debidamente informadas sobre las actividades de las empresas. Si bien las empresas tienen la obligación de hacerlo, la tecnicidad y la longitud de los documentos hizo que los miembros de las comunidades tuvieran dificultad para comprenderlos. “Casi todos los entrevistados han mencionado, de una u otra manera, que no comprendieron la información que se les proporcionó”, manifestó FARN.
Además, las empresas no habrían informado acerca de los factores de riesgo de los proyectos y los impactos ambientales. “No informaron sobre el agua, el ambiente ni la salud. Dicen que no contaminan y ya, cuando preguntas, ni dicen qué hacen para no contaminar, pero en las haciendas hay animales jóvenes que se mueren, así que para mí sí contaminan”, denunció un entrevistado que para mantener el anonimato se lo catalogó como “24”.
La falta de transparencia y la retención de información es una falta grave. Esto hace que las comunidades indígenas no puedan defender sus intereses, su territorio, su salud y la de sus animales.
¿Cuál es el impacto ambiental de la extracción de litio?
Entrevistados de Huancar comentaron a FARN que desde la llegada de las empresas mineras hubo muertes dudosas de ganado, menos pasturas y disponibilidad reducida del agua. “El agua ya empeoró, cada vez hay menos y a veces sale amarilla o verde” se lamentó un habitante de la región. La identidad de los entrevistados fue resguardada por los investigadores.
También se reportaron derrames por un trabajador en la planta Sales de Jujuy. “La semana pasada hubo un derrame de un camión químico, cuando estaba llegando a la planta de Sales, y nos prohibieron pasar por ahí. Si pasábamos tenía que ser en camioneta y con los vidrios altos. Un técnico nos explicó que si ese líquido llegaba a tocar el agua, se iba a evaporar y contaminar el aire. Dijeron que iban a tirar un polvo y sacarlo de ahí”, denunció el entrevistado n.° 36.
¿Cuál es el impacto socioeconómico de la extracción de litio?
La llegada de los proyectos mineros tuvo un impacto económico en las comunidades atacamas: hay más oportunidades de empleo, tanto directo como indirecto, en un contexto donde no hay otras opciones laborales.
También mejoró el acceso a la salud y a la educación, algo que las actividades económicas de carácter tradicional como la agricultura y la ganadería no ofrecen, asegura FARN. “Si bien la educación pública depende del Estado, en Huancar la educación secundaria comenzó a impartirse después de la construcción del edificio para la escuela, algo que se hizo con ayuda económica de la Minera Exar”, afirma el estudio.
La mejora de estas condiciones ayudó a evitar la migración de los miembros de las comunidades hacia pueblos más grandes o ciudades. Además, muchas personas regresaron a la región.
Según las entrevistas llevadas a cabo por FARN, la mayoría de los miembros de la comunidad están a favor de las actividades mineras y no ha habido grandes conflictos ni desacuerdos sobre este tema. “Las tensiones menores han surgido principalmente entre quienes obtienen empleos y entre quienes no, y algunos entrevistados insinuaron que, en algunos casos, las autoridades de la comunidad actuaban en interés propio”, dice el informe.
El balance final es ambiguo
Si bien muchos miembros de la comunidad están a favor de las actividades mineras, al mismo tiempo expresan ambivalencia hacia las empresas y sus actividades. Por un lado, destacan aumento de las oportunidades laborales y la calidad de vida en las comunidades.
Pero por el otro, surgen preocupaciones por el impacto ambiental de las actividades mineras y dudas en cuanto a si la compensación que la comunidad recibe es suficiente. No hay que olvidar que las empresas consiguen grandes ganancias económicas por la explotación minera. FARN menciona a Orocobre, miembro de la empresa tenedora Sales de Jujuy, que declaró una ganancia de ventas de USD 32 millones durante el último trimestre de 2018.
“Apruebo por las necesidades de la comunidad, porque por la empresa se canalizan muchas necesidades, principalmente el trabajo; pero sabemos que usan muchísima agua y que contaminan. Los que trabajamos en las mineras lo vemos, vemos la cantidad de agua que usan y la contaminación”, reflexionó el entrevistado n.° 28.
Otro entrevistado expresó su descontento. “A mí me criaron mis padres hilando y tejiendo, e igual estudié. Decir que se necesita a las mineras es mentira, porque la comunidad está igual, no crece. Me preocupa el ambiente y las enfermedades. Vamos a terminar igual que Abra Pampa”, dijo el entrevistado n.° 32.
En Abra Pampa (Jujuy) funcionó la fundidora de metal Metal Fuasi en los años 80 y dejó 15 000 toneladas de residuo. Hoy, más del 80% de los niños tiene altos valores de plomo en sangre y por lo menos 10% de la población adulta tiene niveles críticos de plomo en sangre.
Entonces, ¿qué hubiera preferido la comunidad de haber existido otras oportunidades de empleo, un mejor acceso a la salud y a la educación en el momento en que llegaron las empresas?, se preguntan los autores del estudio.